Mis recomendaciones

Ajuste de cuentas

Y bueno, afortunadamente esa semifinal se ganó con facilidad.  Supongo que el haber escrito "Miedo" en mi teléfono, ya tirado en una colchoneta después de haber salido del problema del carro tirado tuvo que imprimir algo especial en el relato, algo que se transmitió a los lectores y tuvo su efecto positivo.

Creo que "Miedo" fué mi cúspide en ese concurso, me gustó mientras lo escribí y me gustó en cuanto lo terminé.  No tuvo casi ningún cambio en la revisión antes de enviarlo y aún me sigue gustando tal como está.

Ya estaba en el último peldaño, la final.

Hay que aclarar en este punto que durante todo el concurso, ninguno de los votantes supo el nombre del autor de ningún relato.  En un principio se publicó los nombres de quienes concursaríamos pero la autoría de cada relato se daría a conocer hasta terminada la final.  De esta manera se buscó que las votaciones se centraran objetivamente en la calidad del relato, su tema y su construcción, sin que algún votante se inclinara por una amistad sin realmente darle peso al relato.   No es descartable que algún concursante haya informado a sus amistades cuál era su relato en la respectiva etapa, pero afortunadamente, si hubo casos, no pesaron en el resultado final.

Como lo expliqué en la entrada anterior, la semifinal fué para mí el reto mayor, me hubiera dolido más quedarme tirado en la semifinal que en la final, y eso creo que se reflejó en mi tranquilidad para crear el último relato.  No sé si fué que me hubiera importado poco quedar en segundo lugar o si igual me hubiera puesto como la gran puta si eso pasaba, pero por alguna extraña razón ya me sentía muy relajado a la hora de hilvanar "Ajuste de Cuentas"

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Ajuste de Cuentas

El corazón palpitaba demasiado rápido mientras metió primera. Apretó los labios y volvió a encender el radio. Muy despacio sacó el pedal de clutch y presionó un poco el del acelerador, lo justo para iniciar la marcha sin pasar los 20 km/h. El semáforo siguiente se puso en rojo y su corazón no dejaba de querer salir por la garganta. A cuenta de qué estaba metido en esa situación? “Una cosa lleva a la otra”, dicen. Mientras pensaba uno a uno los nombres de santos que su abuela le enseñó, la patrulla se volvía a acercar a él; y el maldito semáforo todavía en rojo.
Sabía que había corrido con suerte porque a las 10 de la noche era demasiado raro que sólo pidieran su licencia y la tarjeta del carro, sin una revisión mínima del carro ni una linterna apuntando hacia el interior. Mientras detrás de él yacía una pistola.
“Era un delincuente” dirán muchos, pero eso a la ley parece ya no importarle.
Al fin el semáforo en verde, la patrulla se estacionó frente a un bar en cuya puerta había 4 borrachines discutiendo airadamente sobre algún tema muy importante para ellos.
Viró en esa esquina y comenzó a respirar un poco más despacio. Ya había pensado dar un par de vueltas antes de llegar a casa, pero estaba demasiado asustado y pensaba tirar el arma en el puente. La camisa con sangre salpicada sería su empaque hacia el fondo del barranco.
Aceleró más, mientras ensayaba la sonrisa con la que entraría a casa, le daría un beso a ella y tomaría un baño caliente tratando de ocultar todo el asunto. Le dijeron que no habría problema, que sólo era uno, que muerto él las extorsiones terminarían. Suspiró profundo mientras verificaba los puestos militares vacíos antes del puente.

Miedo

Los votos no fueron tantos como en la etapa de octavos de final, pero tampoco fueron tantos para ninguno de los relatos participantes.

La dificultad de matarte fué un relato con bastantes críticas, incluso mías, pues como que no lograba centrar la atención en la médula del tema... de hecho creo que ni yo supe cuál era realmente el tema.  Pero bueno, resultó ganador de el duelo y así me encontré de nuevo en la situación de no saber qué escribir para la siguiente votación.  Esta vez la cosa presionaba más; se trataba de la semi final.  Aunque perder una final no es agradable y no es lo que uno busca, creo que perder en una semifinal puede ser más frustrante... no es lo mismo perder contra el mejor que perder contra un tercer lugar.  La semifinal se me ponía enfrente como un reto muy grande, era en la que quería causar más impacto, con un tema escalofriante puesto de una manera muy particular.

Eso de crear con plazos de entrega no me estaba gustando para nada. Las fechas se acercan y uno se asusta al ver que las ideas andan volando saber en dónde, que ni siquiera una palabra para iniciar es satisfactoria y que un montón de temas se quedan trabados al tratar de pasar todos al mismo tiempo por la misma puerta.

Pero creo que sucedió algo muy inesperado que bien podía ser el acabose para la aventura del concurso de relatos cortos.  Un día antes del plazo de entrega tuve que hacer un viaje de emergencia (ni tan emergencia, se planificó con varios días de anticipación) y mi gana de dejar entregado el relato se vió frustrada.

A lo largo de la carretera iba pensando en la solución al problema, buscando algún detalle que me inspirara algo que me ayudara... pero nada...  casi llegaba a San Salvador y seguía con el cuaderno en blanco. Hasta que sucedió lo que al final pude interpretar como lo que necesitaba.

Mmm, no, nadie necesita que el carro se quede varado en la carretera, que el saldo del teléfono se termine y que la otra linea no tenga recepción de señal, pero pues... al menos pude darle vuelta al asunto y cuando lo peor pasó pude transformar las cosas y expresar en un relato cortito el miedo que se siente cuando uno se ve indefenso donde no puede encontrar mucho qué hacer para salir de un problema.

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Miedo:

Ya pasó la media noche... Sé que escribiendo esto la carga de mi batería puede disminuir mucho, pero la cámara consumiría mucho más y ya me da igual, si hace 7 horas que no recibe señal alguna. Maldita sea la puta idea de emprender viaje a donde nunca había ido para buscar refrescar mi mente y explorar mi interior. Ahora estoy acostado y encogido en el asiento trasero y cubrí el carro de ramas en un intento de pasar desapercibido que verdaderamente no creo que sea efectivo. La vida juega bromas incomprensibles y espero que la falla completamente inesperada de mi carro sea una de ellas. Verdaderamente anochece rápido en diciembre... Y mierda mi gana de escoger una carretera tan desolada. Lo único que ha pasado son trailers que no se han dignado verme... 3 desde las 6:00 pm

Aún con luz del sol intenté caminar hacia ambos lados de la carretera; pasé media hora sobre el techo intentando encontrar otra ruta cercana, alguna construcción, pero sólo veo kilómetros de caña y un bosque muy lejano; ni siquiera luces en algún camino o alguna señal de vida

Todo iba bien hasta el atardecer. Fue cuando el viento comenzó a ulular y empecé a escuchar las voces que parecen venir del cañaveral. Temo estar volviéndome loco porque a veces oigo las risas y a veces oigo que se acerca un vehículo... Pero no he visto ningún ser humano desde hace horas cuando pasó el último tráiler con una sombra en la cabina.

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Las voces cesaron hace 15 minutos pero he escuchado ruidos cercanos en la maleza. Quiero dormir; si algo va a pasar no quiero verlo venir. Si mañana sigo con vida y cordura, caminaré hasta donde sea necesario para huir de este lugar tan tétrico y desolado… eso espero.

La Dificultad de Matarte

No sé cómo pero el relato sin nombre logró ganar su respectiva eliminatoria de octavos en el concurso. Eso me puso en aprietos, pues si me había costado crear eso que para mí fué un connato de relato (nació justo la noche en que vencía el plazo de entrega, gracias a las tres personas que ví en una esquina en el camino de vuelta a mi casa), me iba a costar más hacer algo que pudiera seguir avanzando en las demás etapas. Ahora ya se me había metido que no sólo iba a ser un "veamos qué pasa" sino que quería ganar el concurso.

La exprimidera de cerebro siguió y el plazo se veía cada vez más cercano. Otra vez, en el día de vencimiento del plazo de entrega, nació el siguiente relato: _________________________________________________________________________________

La dificultad de matarte:

El frío de Noviembre le calaba los huesos. Detrás de él la carretera estaba tendida y era una invitación a un paseo sin destino que le podría calmar esa ansiedad mezclando el ruido de sus pensamientos con el viento y la velocidad. Pero no, esta vez no… la última vez salió mal y desde entonces aprendió a no perder el control. Allí, delante de él estaba la ciudad por la que muchas veces había conducido sin destino fijo, sin razón aparente. Allí en su baúl, seguían los pensamientos e incertidumbres… sus preguntas… Por qué ya no estás? A dónde te envió?

El cigarrillo seguía consumiéndose y el asiento ya comenzaba a enfriarse como todo alrededor de él. Un esqueleto le veía desde el asiento trasero y él por el retrovisor le devolvió la mirada. Un frío cromado palpitó en su cadera, la espina dorsal se erizó y de pronto se sintió más alerta que en cualquier momento anterior de la noche; era hora de partir. Minutos después las ruedas habían tomado carretera y la ciudad se veía más cercana. Un auto pasó a su lado y allí, en la ventana del copiloto te vió, allí estabas de nuevo, no importaba cuántas veces lo hiciera, volvías a aparecer cada noche, y cada vez pasaba lo mismo el frío ya no estaba en su cadera sino en su mano, el sudor recorría su cuerpo, la sangre llevaba el mismo ritmo que la gasolina. En su índice estaba el final, pero no otra vez no fue capaz, las llantas de aferraron del asfalto y un bólido de acero se detuvo en medio de la calle, un esqueleto reía en el asiento trasero y una lágrima rodaba en su mejilla con un pequeño reclamo. Nunca más podría volver a hacerte lo mismo.

Poniendome al día...

Ya casi 3 años!

Por qué pasa uno tanto tiempo sin poder escribir algo que a uno mismo lo convenza? Lo peor es que si no es por el relato que publicó un amigo en otro blog no se me ocurre pasar por aquí para ver cómo fué que lo dejé la última vez... y me dolió ver la fecha de la última entrada...

Realmente no ha pasado tanto tiempo desde que salió de mis dedos una historia que me convenciera de tener algo bueno. Hace poco en un foro público se hizo una informal convocatoria de un concurso de relatos cortos... en serio cortos. La base principal del concurso requería una extensión de un máximo de 300 palabras. Eso es un relato bastante corto.

En un principio se me hizo un poco tonto pretender un relato coherente e interesante en tan poca extensión, pero entonces recordé el relato más corto que existe y me dí cuenta que todo está en cómo uno quiera plantear las cosas. En fin, decidí probar. Ya hace mucho que mis engranes no lograban moverse para generar algo que me gustara, así que el primer cuento, el que entraría a la ronda de octavos del concurso, fué enviado sin llegar a ser de mi completo gusto. Ni nombre logró tener el pobre!

Pero bueno, la participación en cada una de las rondas fué un éxito y por eso se me ocurrió venir a compartir cada uno de esos relatos cortos. Si aún hay alguien que pase por acá a leer un poco, espero que les gusten y que motiven aunque sea un mínimo comentario. Voy con el primero:
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Un poco más de volumen al radio, el acelerador ligeramente presionado solamente para mantener la velocidad y continuar con el placentero paseo en la desolada ciudad; a esas horas sólo algunos pocos trasnochados cruzaban su camino y le rebasaban de prisa. El viento ingresaba por las dos ventanillas y enfriaba el interior del carro, pero a él parecía no molestarle el frío decembrino que le removía la larga cabellera y le recordaba su rinitis de siempre.

La sonrisa no se borraba de su rostro, pensaba en ella, en los meses compartidos hasta ese día, en los momentos, los viajes y las pláticas.

En una esquina una muchacha estaba parada frente a dos jóvenes desorientados, uno caminando entre la pared y el poste calculando cuidadosamente cada paso para no caer de bruces, el otro recostado en el poste; ambos estaban al menos ebrios, muy ebrios. La muchacha les veía con una expresión que reflejaba preocupación e incertidumbre, mientras el del poste parecía darle un sermón con el índice apuntado hacia adelante, hacia ella. El carro cruzó al lado de ellos y sólo ella pareció percatarse de su paso, le dirigió una mirada que no pudo descrifrar; bien podía ser un reclamo por su curiosidad o una desesperada y disimulada forma de pedir auxilio.

Las calles ahora, de día o de noche, ya no son aptas ni para pedir ayuda ni para ofrecerla a cualquier extraño… debía tratarse de algo serio si realmente estaba pidiendo ayuda. Pero no se iba a arriesgar a eso. Debía seguir su camino, su paseo, y resolver su problema, por distraerse se olvidaba de su propio problema y la madrugada terminaba.

Adelante hay un barranco, mientras recuerda de nuevo esa sonrisa hermosa piensa si será bueno detenerse al borde y dejar caer el cuerpo de ella allí.